Juan 17

Juan 17:1-2 en Papiro 107, escrito en el siglo III.

Juan 17 es el decimoséptimo capítulo del Evangelio de Juan del Nuevo Testamento de la Biblia cristiana. Relata una oración de Jesucristo dirigida a su Padre, situada en el contexto inmediatamente anterior a su traición y crucifixión, acontecimientos a los que el evangelio se refiere a menudo como su glorificación.[1]​ El escritor luterano David Chytraeus tituló las palabras de Jesús «la oración del sumo sacerdote».[2]​ El teólogo metodista Joseph Benson llama a esta oración «Oración de intercesión de Nuestro Señor», porque «se considera como un modelo de la intercesión que ahora hace en el cielo por su pueblo».[3]​ La Nueva Biblia del rey Jacobo divide este capítulo en tres secciones:

  • Juan 17:1-5: Jesús ora por sí mismo
  • Juan 17:6-19: Jesús ora por sus discípulos
  • Juan 17:20-26: Jesús ora por todos los creyentes.[4]​.

El libro que contiene este capítulo es anónimo, pero la tradición cristiana primitiva afirmó uniformemente que Juan compuso este Evangelio.[5]

Texto

NKJV on Papiro 108 (2nd/3rd century)

El texto original estaba escrito en griego koiné. Este capítulo está dividido en 26 Versículos.

Testigos textuales

Algunos manuscritos antiguos que contienen el texto de este capítulo son:

Referencias del Antiguo Testamento

  • Juan 17:12: Salmos 109:7[6]

La oración de Jesús

Jesús se refiere a su Padre seis veces en este capítulo, llamando a Dios «Padre» (en griego: πατηρ, pater), «Padre Santo» (en griego: πατηρ ἅγιε, pater hagie, Juan 17: 11) y «Padre Justo» (en griego: πατηρ δικαιε, pater dikaie, Juan 17:25). Estas son las únicas ocurrencias en el Nuevo Testamento de las formas vocativo αγιε y δικαιε, usadas para dirigirse directamente a Dios.[7]​.

Versículo 1

Jesús pronunció estas palabras, levantó los ojos al cielo y dijo: Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti[8]

Alternativamente, «Después que Jesús hubo dicho estas palabras...» (a sus discípulos, en capítulo 16),[9]​ a saber:

Estas cosas os he hablado, para que en mí tengáis paz. En el mundo tendréis aflicción; pero confiad, yo he vencido al mundo.[10]

Benson sugirió que «estas palabras» se refieren a «las palabras registradas en los tres capítulos precedentes» (capítulos 14 al 16).[3]

Versículo 2

"Como le has dado autoridad sobre toda carne, para que dé vida eterna a cuantos le has dado.”[11]

«Sobre toda carne» (σαρκός, “sarkos”), del sustantivo σὰρξ (“sarx”),[12]​ se convierte en “todas las personas” en la Nueva Versión Internacional y la Traducción de la Buena Nueva. Alfred Plummer sostiene que el «hombre caído, el hombre en su fragilidad, se refiere especialmente».[13]

Versículo 10

Todos los míos son tuyos, y los tuyos son míos, y yo soy glorificado en ellos.[14]​.

Jesús explica entre paréntesis,[15]​ cómo pertenecen al Padre, aunque dados por él al Hijo. El arzobispo irlandés John McEvilly comenta que

El Padre no pierde su derecho sobre ellas. Porque, todas las cosas que pertenecen al Hijo, pertenecen al Padre. Todas las cosas que el Padre le dio, ya sea en su nacimiento eterno o temporal, pertenecen todavía al Padre, a causa de la unidad e identidad de naturaleza, y todas las perfecciones divinas en ambos, en común con el Espíritu Santo. Y pertenecen al Hijo, porque son dadas por el Padre, cuyo derecho o pretensión no cesa por esta concesión, sino que sigue siendo el mismo, como antes.[16]

Versículo 11

Ahora ya no estoy en el mundo, sino que éstos están en el mundo, y vengo a Ti. Padre santo, guarda en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como Nosotros. [17]

El comentarista de origen sueco René Kieffer distingue el capítulo 17 del resto del Discurso de Despedida de Jesús, refiriéndose a «una especie de aspecto atemporal» denotado por las palabras «ya no estoy en el mundo».[2]

En el Versículo 11b, la santidad de Dios, a quien Jesús llama «Padre», puede contrastarse con «la impiedad del mundo»,[13]​ o la «atmósfera impía» en la que permanecen los discípulos de Jesús.[18]​ La Biblia de Jerusalén y el Nuevo Testamento de Richard Francis Weymouth de versión del Nuevo Testamento sugieren ambos la lectura «guárdalos fieles a tu/su nombre». [19][20]​.

Versículo 12

Nueva Biblia del rey Jacobo

Mientras estuve con ellos en el mundo, los guardé en Tu nombre. A los que me diste, yo los guardé; y ninguno de ellos se perdió, sino el hijo de perdición, para que se cumpliese la Escritura. [21]

Las palabras «en el mundo» se omiten en los primeros textos más fiables.[13]​ Las acciones de Judas cumplen las palabras de Salmos 41:9:

Incluso mi amigo íntimo, alguien en quien yo confiaba, alguien que compartía mi pan, se ha vuelto contra mí.[13]

Versículo 20

No ruego sólo por éstos, sino también por los que creerán en mí por la palabra de ellos[22]

McEvilly divide la oración de Jesús en cuatro partes: sus oraciones por sí mismo (versículos 1-5), por sus discípulos (versículos 6-19), específicamente por aquellos que llegarán a la fe a través de la enseñanza de los apóstoles (versículo 20) y finalmente por toda la iglesia (versículos 21-26).[16]​.

Versículo 21

Artículos principales: Para que todos sean uno y Ut unum sint.

Para que todos sean uno, como tú, Padre, en mí, y yo en ti; para que también ellos sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste":[23]

Comentario

La «Oración sacerdotal de Jesús», recogida en el Evangelio según San Juan (capítulo 17), es un momento profundamente significativo donde Jesús, en su papel de Sumo Sacerdote, eleva una súplica a Dios Padre justo antes de su pasión. Este pasaje refleja no solo el amor y la obediencia de Jesús hacia su Padre, sino también su entrega por la salvación de la humanidad. En la primera parte de esta oración, Jesús pide ser glorificado en su Humanidad, en referencia a su sacrificio en la cruz y a la futura resurrección. La «gloria» que Jesús solicita no es un honor mundano, sino el esplendor divino que Él, como el Hijo de Dios, merece y que se manifiesta plenamente en el misterio de su muerte y resurrección. La glorificación que Jesús pide tiene tres aspectos importantes:

  • «Revelar la gloria del Padre»: Jesús, al someterse al plan de redención, revela el amor y la misericordia de Dios hacia la humanidad. A través de su obediencia hasta la muerte, Jesús da a conocer plenamente al Padre (v. 4).
  • «Manifestar la divinidad de Cristo a través de su Humanidad»: A través de la pasión, muerte y resurrección, la naturaleza divina de Jesús se hace manifiesta. La «gloria» de Jesús no es solo un reconocimiento de su sufrimiento, sino también la revelación de su verdadera identidad como el Hijo de Dios (vv. 2 y 5).
  • «Ofrecer la vida eterna a los hombres»: El sacrificio de Cristo no solo glorifica al Padre y a sí mismo, sino que también abre las puertas de la vida eterna a la humanidad. Este don supremo es la culminación del plan redentor, en el que la salvación de los hombres da gloria tanto a Jesucristo como al Padre (vv. 2-3).

Este momento es clave en la narrativa del Evangelio de San Juan, pues nos muestra la misión salvadora de Cristo, en perfecta comunión con el Padre, cuyo objetivo es la redención y glorificación de la humanidad.[24]

El Hijo te glorifica haciendo que te conozcan todos aquellos que le has confiado. Es verdad que si la vida eterna es el conocimiento de Dios, tanto más tendemos a vivir cuanto más progresamos en este conocimiento (…). La alabanza de Dios no tendrá fin allí donde el conocimiento del mismo Dios será pleno; y porque en el Cielo este conocimiento será completo, también será completa la glorificación de Dios.[25]

En la segunda parte de la «Oración sacerdotal» (Juan 17:6-19), Jesús se enfoca en sus discípulos, aquellos a quienes ha preparado y que serán enviados al mundo para continuar su misión. En este pasaje, Jesús ruega al Padre que cuide de sus discípulos en varios aspectos fundamentales para su misión:

  • «Unidad»: Jesús pide por la unidad de sus discípulos, una unidad que sea reflejo de la perfecta comunión existente entre las tres Personas divinas (v. 11). Esta unidad no es solo una cohesión externa, sino una unión profunda basada en el amor y la verdad, similar a la relación entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. La Iglesia, como comunidad de discípulos, tiene su fuente de unidad en la comunión íntima de la Santísima Trinidad.
  • «Perseverancia»: Jesús ruega al Padre que guarde a sus discípulos «en su nombre» (v. 11), lo que implica que los proteja y los mantenga firmes en la verdad y en la fe. Perseverar significa permanecer fieles a la doctrina que Jesús les ha enseñado, y a la comunión con Él, aún en medio de las dificultades y el rechazo del mundo.
  • «Gozo»: Jesús desea que sus discípulos experimenten el «gozo pleno» que Él tiene (v. 13). Este gozo no se refiere a una alegría pasajera, sino a una felicidad profunda que nace de la relación con Dios y de cumplir su voluntad, aun cuando enfrenten sufrimientos y pruebas.
  • «Santidad»: Jesús también pide que los discípulos sean «santificados en la verdad» (v. 17). La santificación es la consagración de los discípulos para la misión de proclamar la verdad del Evangelio. Esta verdad, revelada por Jesús, es lo que los transforma y los hace aptos para cumplir su labor en el mundo, pero sin ser del mundo.

El corazón de esta súplica es la solicitud de que los discípulos se mantengan en la verdad que han recibido de Jesús, perseverando en la fe y en la comunión con Él, lo cual a su vez garantizará la unidad y la misión de la Iglesia.[26]

El Señor, cuando ruega al Padre que todos sean uno (…) como nosotros también somos uno, abriendo perspectivas inaccesibles a la razón humana, muestra cierta semejanza entre la unión de las Personas divinas y la unión de los hijos de Dios en la verdad y en la caridad. Esta semejanza manifiesta que el hombre, única criatura en la tierra a la que Dios ha amado por sí misma, no puede encontrar plenamente su identidad si no es en la entrega sincera de sí mismo[27]

En la ssiguiente parte de la oración (Juan 17:15-18), Jesús también intercede por aquellos que, aunque viven en el mundo, no le pertenecen, pidiendo al Padre que los santifique en su verdad. Jesús les encomienda una misión, así como Él cumplió la suya recibida del Padre. En el Evangelio de San Juan, el término «mundo» tiene distintos significados. Puede referirse a la creación y a la humanidad, a la que Dios ama profundamente. Sin embargo, también alude a los bienes terrenales que, al ser pasajeros, pueden oponerse a los valores espirituales. Por ello, la súplica de Jesús incluye una invitación a sus discípulos a mantenerse fieles y a vivir según el espíritu, no según el mundo.[28]

Jesucristo, por medio de su muerte en la cruz, se consagra a Dios para santificarnos:

Cuando dice santifico debe entenderse en el sentido de “me dedico a Dios” y “me ofrezco como hostia inmaculada en olor de suavidad”. Pues, según la Ley, se consagraba o llamaba sagrado lo que se ofrecía sobre el altar. Cristo entregó su cuerpo por la vida de todos, y nos devolvió la vida[29]

En la tercera parte de la «Oración sacerdotal» (Juan 17:20-26), Jesús ruega por la unidad de todos aquellos que creerán en Él a lo largo de los siglos. Esta oración es una súplica por la Iglesia futura, para que sea una, de la misma manera en que el Padre y el Hijo son uno. La unidad que Jesús pide no es solo organizativa, sino una unión profunda y espiritual, basada en el amor y la comunión con Dios. Este anhelo de Cristo resalta la importancia de la unidad en la Iglesia como signo visible del amor divino y de la misión que debe cumplir en el mundo. [30]

Todos nosotros, una vez recibido el único y mismo Espíritu, a saber, el Espíritu Santo, nos fundimos entre nosotros y con Dios. Pues aunque seamos muchos por separado, y Cristo haga que el Espíritu del Padre y suyo habite en cada uno de nosotros, ese Espíritu, único e indivisible, reduce por sí mismo a la unidad a quienes son distintos entre sí en cuanto subsisten en su respectiva singularidad, y hace que todos aparezcan como una sola cosa en sí mismo.[31]

El primer fruto de la unidad de la Iglesia será la fe de todos los hombres en Cristo y en su misión divina.

Jesucristo quiere que (…) su pueblo crezca y lleve a la perfección su comunión en la unidad: en la confesión de una sola fe, en la celebración común del culto divino y en la concordia fraterna de la familia de Dios. (…) El modelo y principio supremo de este misterio [de la unidad de la Iglesia] es la unidad de un solo Dios, Padre e Hijo en el Espíritu Santo, en la Trinidad de personas. [32]

Cristo termina esta oración pidiendo la bienaventuranza para todos los cristianos

Sólo Dios puede otorgarnos un conocimiento recto y pleno de Sí mismo, revelándose a Sí mismo como Padre, Hijo y Espíritu Santo, de cuya vida eterna estamos llamados a participar por la gracia aquí, en la tierra, en la oscuridad de la fe, y, después de la muerte, en la luz sempiterna.[33]

Véase también

Referencias

  1. Henry H. Halley Halley's Bible Handbook: an Abbreviated Bible Commentary. 23ª edición. Zondervan Publishing House. 1962.
  2. a b Kieffer, R., 59. Juan, en Barton, J. y Muddiman, J. (2001), The Oxford Bible Commentary (enlace roto disponible en este archivo)., p. 990-1
  3. a b Benson, J., Benson Commentary on John 17, consultado el 6 de junio de 2019
  4. Juan 17:1-26: Nueva Biblia del rey Jacobo
  5. Manual de la Biblia Ilustrada Holman. Holman Bible Publishers, Nashville, Tennessee. 2012.
  6. «Concordancias bíblicas de Juan 17 en la Biblia King James». 
  7. Englishman's Concordance, ἅγιε y δίκαιε
  8. Juan 17:1: Nueva Biblia del rey Jacobo
  9. Juan 17:1 NRSV
  10. Juan 16:33: RVR
  11. Juan 17:2: RVR
  12. Englishman's Concordance, σὰρξ, consultado el 29 de noviembre de 2020
  13. a b c d Plummer, A. (1902), Cambridge Bible for Schools and Colleges on John 17, accessed 29 November 2020
  14. Juan 17:10: English Standard Version
  15. Cf. la traducción de John Nelson Darby en Juan 17:10
  16. a b McEvilly, J. (1879), An Exposition Of The Gospels by The Most Rev. John Macevilly D.D.: John 17, consultado el 8 de febrero de 2024
  17. Juan 17:12: RVR
  18. Brown, D. (1882), htm Juan 17] en el Jamieson-Fausset-Brown Bible Commentary, consultado el 12 de mayo de 2024
  19. Biblia de Jerusalén (1966), Juan 17:11
  20. Weymouth, R. F. (1903), Nuevo Testamento Weymouth: Juan 17, consultado el 12 de mayo de 2024
  21. Juan 17:12: RVR
  22. Juan 17:20: NKJV
  23. Juan 17:21: NKJV
  24. Universidad de Navarra. Comentario a los Santos Evangelios (p. 832). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  25. Agustín de Hipona, In Ioannis Evangelium 105,3
  26. Universidad de Navarra. Comentario a los Santos Evangelios (p. 832). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  27. [[Concilio Vaticano II}}, Gaudium et spes, n. 24
  28. Universidad de Navarra. Comentario a los Santos Evangelios (p. 833). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  29. Cirilo de Alejandría, Commentarium in Ioannem 4,2
  30. Universidad de Navarra,. Santos Evangelios (p. 834). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  31. Cirilo de Alejandría, Commentarium in Ioannem 4,2
  32. Concilio Vaticano II, Unitatis redintegratio, n. 2
  33. Pablo VI, Credo del Pueblo de Dios, n. 9

Bibliografía

  • Kirkpatrick, A. F. (1901). The Book of Psalms: with Introduction and Notes. The Cambridge Bible for Schools and Colleges. Book IV and V: Psalms XC-CL. Cambridge: At the University Press. Consultado el February 28, 2019. 
  • Bultmann, Rudolf (1971), The Gospel of John, Blackwell
  • Linders, Barnabas (1972), The Gospel of John, Marshall Morgan and Scott

Enlaces externos

  • Juan 17 King James Bible - Wikisource
  • English Translation with Parallel Latin Vulgate
  • Online Bible at GospelHall.org (ESV, KJV, Darby, American Standard Version, Bible in Basic English)
  • Multiple bible versions at Bible Gateway (NKJV, NIV, NRSV etc.)

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